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río de janeiro

polillas, contrariamente a lo que podría esperarse de la exuberancia de la vegetación, se me presentaron en número mucho menor que en nuestras regiones templadas. Me sorprendieron mucho las costumbres de la Papilio feronia. Esta mariposa no es rara, y generalmente frecuenta los bosques de naranjos. Aunque suele volar alto, se posa a menudo en los troncos de los árboles. En estos casos, la cabeza se halla invariablemente colocada hacia abajo y las alas se extienden en un plano horizontal, en vez de pegarse verticalmente, como sucede de ordinario. Es la única mariposa que yo haya visto que use sus patas para correr. Por ignorar esta particularidad, más de una vez, al aproximarme cuidadosamente con mis pinzas, el insecto se escurrió a un lado en el preciso instante de cerrar yo el instrumento, y así se escapó. Pero un hecho más curioso aún es la facultad de hacer ruido [1] que posee esta especie. Varias veces, cuando dos individuos, macho y hembra probablemente, se perseguían con vuelo irregular, pasaron a pocos metros del sitio en que yo estaba, y percibí distintamente un castañeteo semejante al producido por una rueda dentada al pasar por un tope de resorte. El ruido se continuaba por breves intervalos y podía oírse a unos veinte metros de distancia; estoy cierto de que no hay error en la observación.

Tuve una desilusión en lo concerniente al aspecto


  1. Míster Doubleday ha descrito últimamente (ante la Entomological Society, 3 de marzo de 1845) una estructura peculiar de las alas de esta mariposa, que parecen ser los instrumentos productores del ruido. Dice: «Es notable por tener una especie de tambor en la base de las alas anteriores, entre la nerviación costal y la subcostal. Además, estas dos nerviaciones tienen un diafragma o vejiga en el interior». Hallo en los Viajes de Langsdorff (en los años 1803-807, pág. 74) que, según se dice, en la isla de Santa Catalina, en la costa del Brasil, cierta mariposa, llamada Februa Hoffmanseggi, hace el ruido de una carraca al volar.