Página:Charles Darwin - Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo - Tomo II.djvu/143

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
xvi
125
chile septentrional y perú

cuerpos no son muy musculosos. Rara vez comen carne, una vez por semana a lo sumo, y aun entonces sólo la cecina, dura y seca, llamada charqui. Aun sabiendo que el trabajo en tales condiciones era voluntario, no por eso dejaba de sublevar el ánimo ver el estado en que llegaban a la boca de la mina: con los cuerpos doblados, los brazos apoyados en los escalones, las piernas encogidas, los músculos temblando, el sudor corriendo a mares por el rostro y pecho, las narices dilatadas, las comisuras de la boca contraídas y jadeantes de suprema fatiga. Cada vez que respiran profieren el grito articulado «ay, ay», que termina en un sonido arrancado del fondo del pecho, pero agudo como la nota de un pífano. Después de llegar tambaleando al montón de mineral, vacian el capacho; en pocos segundos recobran el aliento, se enjugan el sudor de la frente, y, al parecer repuestos, vuelven a la mina de nuevo con paso rápido. En todo ello veo un maravilloso ejemplo de la cantidad de trabajo que la costumbre (pues no veo otra cosa) es capaz de hacer soportar a un hombre.

Por la tarde estuve conversando con el mayordomo de estas minas sobre el número de extranjeros diseminados a la sazón por todo el país, y a propósito de ello me refirió que no hacía mucho tiempo (pues era joven) recordaba habérseles dado a los muchachos de la escuela a que asistía, en Coquimbo, un día de asueto para ver al capitán de un barco inglés, llegado a la ciudad con ánimo de hablar al gobernador. Según dijo, por nada del mundo se hubieran acercado los escolares, ni él tampoco, a un inglés: tan arraigada tenían la idea de que el contacto con semejante hombre los hubiera contaminado de herejía u otro mal grave. Todavía se cuentan las atrocidades cometidas por los filibusteros, y en especial la de uno que se llevó la imagen de la Virgen y volvió al año siguiente por la de San José, diciendo, en tono de mofa, que no le pa-