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el orígen del hombre.

otro. Una parte que difiera ya considerablemente de su correspondiente entre otras formas vecinas, ha debido, variar ya mucho, segun la teoría de la evolucion, y, por consiguiente (en tanto que el organismo continuará sometido á las mismas condiciones), tenderá aun á variar de una manera parecida; si estas nuevas variaciones son ventajosas se conservarán y aumentarán de este modo de una manera contínua. En muchos casos, el desarrollo contínuo de una parte, por ejemplo, el pico de un ave ó los dientes de un mamífero, no seria ventajoso á la especie, ni para proporcionarse alimento, ni para otro objeto cualquiera; pero no vemos, en lo que toca á las ventajas para el hombre, que pueda asignarse ningun límite definido al desarrollo persistente de su cerebro y de sus facultades mentales. Por consiguiente, en la determinacion de la posicion que al hombre ocupa en el sistema natural ó genealógico, el extremo desarrollo de su cerebro no debe triunfar sobre una multitud de semejanzas que se refieren á puntos de menor importancia, ó que carecen de ella.

La mayor parte de los naturalistas que han considerado el conjunto de la conformacion humana, inclusas sus facultades mentales, han seguido á Blubembach y Cuvier, y han colocado al hombre en un órden separado con el nombre de Bimanos, y por consiguiente en igualdad de rango con los Cuadrumanos, Carnívoros, etc. Recientemente un gran número de naturalistas ha vuelto á adoptar la idea propuesta en un principio por Linneo (que fué tan notable por su sagacidad), colocando de nuevo, con el nombre de Primatos, al hombre en el mismo orden que los Cuadrumanos. La razon de este parecer debe admitirse, recordando, en primer lugar, las indicaciones que acabamos de hacer sobre la poca importancia comparati-