Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/116

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 72 —

no, dirigiendo, sin mirarla, su respuesta á Constancia, aun no me han repartido cartones.

—Aquí tiene Vd., hijo mio, le dijo D. Galo alargándole cartones.

A media hora de estar jugando, entró el Marqués de Valdemar.

Habiendo saludado á todos y hablado un rato con la dueña de la casa, se aproximó á la mesa.

Bruno palideció y desatendió completamente su juego.

Constancia se contrajo al suyo, tomando su semblante una amarga expresion de aspereza y de descontento, que la hizo aparecer dura y fria como un témpano.

Clemencia eataba tan engolfada en su juego, que no notó la llegada del Marqués.

—¿Quiére Vd. cartones? le preguntó Alegría.

—Gracias, contestó Valdemar, profundamente abstraido con la contemplacion de Constancia.

¡Cuánta ventaja llevan las ariscas en presentarse como fruta vedada! ¡Cuánto ganan las mujeres con hacerse valer! ¡Qué bien harian en tener en cuenta que todo lo que se prodiga pierde su prestigio, pues mientras mas tiene que afanarse el hombre para alcanzar lo que anhela, mas precio le pone! Y ¡cuánto les valdría recordar que el maná llovido del cielo acabó por empalagar al pueblo de Israel!

sombrío que o8Es cierto que el aire altanero tentaba Constancia con pocas consideraciones socia-