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su Tia? ¿No la ha hablado su Madre, de mis esperanzas?

—Sí, respondió Constancia sin apartar la vista de su juego, asi como deberian haber dicho á Vd. que no eran las mismas las mias.

—¡Qué obsequioso está el madrileño con Constancia! dijo una de las muchachas á otra, á media voz.

Tiene imán; mira tú cuánto mas bonita es Clemencia y cuánto mas graciosa Alegría; y ella que es tan huraña, tan desabrida.....

—¡Pues ahí verás túl contestó la otra. Las mujeres son como el sol, que en dias revueltos pica más entre las nubes.

—¡La patrulla! sonó la inalterable voz de D. Galo, sacando el cinco.

—¡Qué de números hay en ese saco! dijo un oficial: esto es un fuego graneado.

—D. Galo hace á las calladas con esas bolas el milgro de pan y peces, repuso su vecina.

—Sus obsequios á las damas y sus números son sin número, añadió Paco Guzman.

—¡El jorobado! cantó D. Galo sacando el dos.

—Desde media hora tengo un cuaterno, dijo Alegría, y no acaba de salir el número quinto. Lo hace al propósito ese traidor de D. Galo, para que saque Clemencia la loteria; siempre sucede asi.

—¿Y no se contenta Vd. con cuatro? preguntó á media voz Paco Guzman.

—¿De qué me sirven los cuatro, si no me ha—: