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CAPITULO VIII.

La Marquesa, que a pesar de lo absorta que habia estado su atencion la noche anterior por el tresillo, por la mojadura de la vela y por la mutilacion de su querido Mercurio, al que de tantas, solo un ala quedaba, no habia dejado de notar la chocante conducta de Constancia para con el Marqués, por lo qué tuvo con ella al dia siguiente una violenta escena.

—No se canse Vd., Madre, le dijo ésta, ni Vd. ni nadie hará jamás que me case contra mi voluntad; tampoco me casaré contra la vuestra; esto es todo lo que tiene Vd. derecho á exigir de mí.

De aquí no fué posible sacarla ni con halagos, ni con ruegos, consejos ni amenazas.

A la tarde deseó Alegría ir á paseo, y con gran sorpresa suya halló á su Madre muy dispuesta á llevarlas.

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Pero cuando á la hora marcada salió la Marque-