Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/145

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 101 —

C3 € 35a53, S 52 + 3, 1 5 1 101 en seguida esta exquisita y delicada expresion de pureza en una niña que solo conocia su convento, á escrúpulos de monjas, prorumpió en cuanto vulgar sarcasmo ha inventado la grosería contra estas, acabando por decir á Clemencia que una mujer como ella, deberia no haber salido nunca de su convento, en lugar de haberse prestado á ser la mujer de un militar.

Esta vida terrible al lado de un hombre, que solo define bien la palabra atroz, digno marido para una jóven de esas emancipadas, que dicen con un candoroso cinismo que quieren amantes ó maridos las que sobrepujen en audacia y energía; esta vida, decimos, si bien era tolerable á la encantadora mansedumbre de alma de Clemencia, no lo fué á su naturaleza física.

Asi era que se desmejoraba sin notarlo ella misma con espantosa rapidez. Sus huesos se señalaban al través de su pálido y amarillento cutis ; no se alimentaba, ni tenia quien cariñosamente la obligase á hacerlo. En breve no tuvo aliento para moverse; y ella, tan hacendosa y tan dispuesta, pasaba sus dias, tendida inerte sobre un sofá, siempre paciente y siempre conforme, y sin aun compadecerse á sí misma, lo que es un consuelo grande.

Habian pasado dos meses, y los buques que iban á llevar la tropa á Valencia, se hallaban prontos á darse á la vela.

Clemencia, no obstante, no estaba capaz de poder seguir á su marido.

-