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Fernando se vió en la necesidad de escribir á sus Padres el mal estado de salud en que se encontraba su mujer, que le obligaba á separarse de ella y dejarla á su cuidado, hasta que terminada la guerra pudiese volver a su lado.

El dia en que Fernando comunicó a su mujer que iba á partir, y que ella permaneceria durante su ausencia en casa de sus Padres, lloró ésta con amargo desconsuelo.

—Lloras por dejarme? le decia con ironía Fernando: ¡pues me hace gracia! Tu amor, ya que te empeñas en persuadirme que amor sientes, es un amor de cuaresmra, con unas lamentaciones en si bemol, que hubiesen encantado á Jeremías, que era un marido pintiparado para tí.

Clemencia, en relidad se habia apegado á su marido, porque era su marido. Como otra Santa Mónica, esperaba firmemente que Guevara tarde ó temprano miraria la vida bajo su verdadero punto de vista, renunciando á la viciosa y disipada que llevaba, y que con la edad, su corazon se abriria á todas las virtudes y buenos sentimientos. No sabia la sencilla niña que es una vulgar injusticia achacar á la juventud los vicios, y á la edad madura las virtudes; ignoraba aun que una naturaleza noble y elevada tiene la juventud virtuosa, y que una naturaleza mala y rebajada tiene viciosa la vejez.

¡Qué mina inagotable de amor, es, pues, el corazon de una mujer buena! de amor puro, noble y