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generoso, que se aumenta y aviva por la ausencia, por las desgracias, por la pobreza, por los males del cuerpo, aun los mas repulsivos y contagiosos del hombre á quien llama su marido; amor que eleva y realza la naturaleza humana, como la rebaja el amor que alimenta la vanidad ó la pasion de los sentidos; amor que el mundo se atreve á denigrar con el nombre de tibio, los materialistas á burlar con el de platónico; pero amor que ensalza la poesía, llamándolo ideal, y bendice el cielo llamándolo santo!

Guevara aprovechó la ida á Sevilla de la mujer del Coronel, para enviar allí á Clemencia hien acompañada.

La pobre niña llegó en un lastimoso estado á casa de su Tia. Su debilidad era tal que el cansancio del viaje, unido á la emocion que le produjo el ver á su familia, le causaron un profundo desmayo.

La Marquesa, alarmada, convocó á los facultativos, que declararon á la paciente en un estado muy grave. Esta declaracion fué una sorpresa para Clemencia, pero no sorpresa aflictiva ni angustiosa; al contrario, pasado el primer sobresalto, consideró que si Dios la llamaba á sí, le haria un beneficio, pues por desgracia no se hallaba capaz de hacer la felicidad de su marido. ¡Ojalá, pensaba, caso que Dios me deje la vida, pudiese volver al convento!

La pobre niña, como el ruiseñor enjaulado en el bullicio del mundo, suspiraba por la tranquila soledad de su floresta.