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Todo aquello le infundia mil sensaciones y pensamientos, pues como dice Balzac: le paysage a des idées; el paisaje tiene ideas.

Es cierto que el paisaje que la rodeaba, compuesto por el mar y un coto de tierra llana, sin accidentes de terreno, sin árboles, sin agua, ni más señales de habitacion humana que la cuadrada y pesada mole del caserío que habitaban, no pertenecia al órden del paisaje que se denomina ameno ó romántico; y no obstante, ¿cuál es el encanto que existe en una naturaleza inculta y uniforme? ¿Porqué infunde ésta ideas alegres y elevadas, mucho más que lo hacen los frondosos paisajes, con sus bosques, sus quebradas, sus arroyos, sus variadas vistas, en las que todo se mueve, se engalana, se agrupa vistosamente? Puede que el amor al pais y la costumbre participen al primero su encanto; puede que sea un sentir peculiar á la persona que esto escribe; pero ello es que una dehesa uniforme, con su sello de primitiva y libre vegetacion, un cielo puro y alto, un mar azul que compite en brillo y grandeza con el cielo, uu caserío austero y grandioso, cuidando de su fuerza sin atender á su adorno, le parecen llenos de una magestad serena, que ensancha el alma é impregna el ánimo del tranquilo goce de la soledad y de la gran sensacion de lo infinito. Parece alli la tierra más humilde y el sol más sonriente, si es lícito expresarnos así. Es allí el aire más puro y más balsámico, profusamente impregnado como se halla del 1 -