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cabeza diciendo: —¡Cristianos! aquello es una Babilonia; allá lo que vale es lo que relumbra; y añadia: ¡A tu tierra grulla, más que sea con un pié!

Excusado es decir que tenia D. Martin por toda innovacion y por todo lo extranjero la misma clase de repulsa con tédio y coraje, que conservaba desde la guerra de la independencia por todo lo francés.

En diciendo la estúpida expresion lugareña es nacion, (1) tenian las cosas y los sujetos la marca de reprobacion de Cain sobre sí. Se estremecia al oir la voz nacion, y torcia materialmente la boca á las familias de los Grandes, enlazadas con princesas alemanas: ¡al fin nacion! decia. A lo que solia contestarle una complaciente comadre: —Nosotros los españoles podremos tener nuestras faltas, compadre; pero alménos, gracias á Dios, no somos nacion.

Asi era que D. Martin nunca habia variado nada, ni en su casa, ni en su labranza, ni en su modo de vivir, ni en su modo de ver, ni aun en su manera de vestirse. Llevaba siempre media de seda blanca azulada, zapatos de una especie de paño recio ó feltre gris, llamado piel de rata, con hebillas de plata; calzon de casimir negro, igualmente con hebillas de plata en las rodillas; un gran chaleco de rico género de seda, algunos bordados en colores; una ámplia cha7 . (1) Frase con que significa el pueblo en Andalucía, lo que es extranjero, dándole como se vé, un sentido directamente contrario; acaso sea síncope mal hecha de es de otra nacion.

(N. del E.)