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y de sus pobres, gozando de la naturaleza como un poeta, y de la paz como un cenobita.

El Abad en su demagrada persona, tenia todo el aire de elegante distincion innato y adquirido, que siempre le habian sido propios, sin que la pausa y falta de pretensiones de su estado y de su edad, le hubiesen alterado, y sí solo añadido dignidad y dulzura.

D. Martin que queria mucho á su hermano, considerando que debia á su vocacion al sacerdocio el placer de tenerle á su lado, decia que el Abad habia hecho bien en dedicarse á la Iglesia, proposicion que apoyaba con uno de sus evangelios chicos, diciendo: Si quieres un dia bueno, házte la barba ; un mes bueno, mata un puerco; un año bueno, cásate; peró si quieres un siempre bueno, házte clérigo.» Y añadia: «Fraile que fué soldado, sale mas acertado.» Desde la muerte de su hijo último, habia traido D. Martin á su lado para ayudarle á estar al frente de su labor, á un sobrino, hijo de un primo hermano suyo, que debia ser el heredero de su casa.

! Pablo Guevara, así se llamaba, tenia veinte y dos años, y habia sido poco favorecido la natupor raleza. Era en extremo moreno; tenia facciones bastas, maneras toscas y aire comun; pero tenia como tipo de la raza andaluza, los ojos grandes y negros, los dientes chicos y blancos.

. Criado siempre en el campo, era corto de génio, y no tenia nada de fino ni de erudito; en cambio