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en la carretera, en ella se alojaban los Reyes á su paso, En vida de D. Martin habian pasado por alli Cárlos IV, José Bonaparte, glorificado por los franceses con el título ad honorem de Rey de España; las Princesas de Braganza, ya desposadas con el Rey y el Infante; y Fernando VII. D. Martin no habia puesto, segun la costumbre establecida en las casas en que se hospedan los Reyes, cadenas en la puerta de la suya, y cuando se le preguntaba la causa de esta omision, contestaba á su manera: 1 Taberna vieja no necesita rama —Pablo, dijo un dia D. Mar,in á su sobrino; ya la viudita escribe que está en disposicion de venir.

Paréceme que deberias tú ir con el barrocho por ella.

Pablo, que tenia un carácter bueno complaciente, y que segun costumbres añejas respetaba mucho á sus mayores, pero que era cortísimo de génio, y tenía bastante tacto para conocer cuanto le faltaba para ser una persona fina y de buenas maneras, se quedó estremecido con la proposicion de su Tio.

—Señor, dijo balbuciente, si... si... si no la conozco!

—Ni yo tampoco, repusc su Tio, que tenia de largo lo que el sobrino de corto; y si fuese mazo, iria de cabeza. ¡Con que á tí no te impone un toro, y te impone una buena moza! ¡Pór via del atún salado! que pareces aciguatado.

—Señor, dispenseme Vd. por Dios.

—Por dispensado. Tú te lo pierdes, trabado; á