Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/201

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 157 —

lo inmaculado de su conciencia, sucedíale como á la azucena que aja y dobla el huracan sin empañar su blancura ni robarle su perfume, que repuesta la calma, se rehace, alza su cáliz y vuelve á su lozanía, sin más agitarse en la serena atmósfera que Dios le envia.

Y no es la primera vez que hacemos notar el envidiable rasgo que caracterizaba á esta suave criatu—ra; era este su natural inclinacion al bien hallarse, su propension á la alegría, nacidas ambas de su en—cantadora falta de pretensiones á la vida, magnífica prerogativa que alimenta la educacion modesta, retirada y religiosa, y que destruye de un todo la moder.na educacion filosófica, bulliciosa y emancipada.

Y Así fué, que apenas pasó algun tiempo, apénas se halló querida, mimada y mirada como un miembro de la familia, instalada agradablemente domiciliada en su nueva morada, nada le quedó que desear, y se sintió tan dichosa, que un dia, como era tan expansiva, se echó con un movimiento caloroso y expontáneo al cuello de su suegra. y le dijo: —¡Madre, qué feliz soy aquí! ¡Estoy tan contenta!

La señora, que habitualmente hacía calceta, y tenia la cabeza inclinada sobre su labor, la levantó, miró con sorpresa á su nuera, y le respondió: —¡Dichosa tú, hija mia! me alegro.—Mas en la expecie de sonrisa amarga que por un instante se indicó en sus lábios, se leia claramente la confirmacionde las palabras, con que acogió á su llegada la explo-