Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/213

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 169 —

Pero no así D. Martin, que no habia cosa en que no se metiese. Asi era que como lo que hacia su her mano le infundia respeto, y por otro lado el estudio no le inspiraba ninguna simpatía, solia decir al oido á Clemencia: — —Malva—Rosita, dile al Tio que menos borla y más limosna, y ten presente que boca brozosa cria mujer hermosa.

Otras veces, cuando se prolongaban las sesiones con el Abad, grunia: ¡tanta leccion y tanta leccion!

¿de qué te ha de servir eso! Anda, anda, dile al Tio que ménos espuma y más chocolate.

En cuanto á Pablo, solia decirle: —Tú tambien te quieres meter á discreto, tú que no pareces de la familia de los Guevaras, sino de los Alonsos, que eran treinta, y todos tontos? El demonio se pierda! Déjate de latines, Pablo, que la zamarra y la borla de doctor hacen unas migas como un toro y un pisaverde. A tus agujas, sastre. ¿A qué lo hechas de pulido, si eres fino como tafetan de albarda?

Y se ponia á canturrear, cosa á que era muy afecto: CLEMENCIA.

San Pedro como era calvo A Cristo le pidió pelos, Y Cristo le respondió: Déjate de pelos, Pedro.

TOMO I. 14