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IX
 

y creencias. Por esta razon, á despecho de los ensayos desgraciados, de las imitaciones medianas, y hasta de las caricaturas, vivirá siempre la novela, aun en medio de las preocupaciones políticas y materiales. Porque ni resistirá el hombre al deseo de extasiarse con la pintura de otro mundo más perfecto que el existente, ni al de verse pintado con toda su pequeñez y maldades, ó con toda su perfeccion y grandeza.

Tantas cualidades estimables y brillantes reunidas, pueden degenerar, sin embargo, con el abuso, en un veneno que dé muerte á la pureza de la moral y á la rectitud de todos nuestros sentimientos. Nada hay bueno con el abuso: la virtud se convierte en vicio, el bien en mal, la amistad en ódio, y el amor en un afecto sensual y vergonzoso. Así vemos con frecuencia á algunos novelistas, que por carácter, ó por disipacion, ó seducidos por el deseo de agradar más fácilmente, lisonjean las malas pasiones ó la sensualidad de muchos de sus lectores, y presentan en sus libros una moral demasiado indulgente y á veces corrompida. Así vemos á otros separarse tambien