Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/287

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 17 —

— ¡Pablo la cabeza dura, señor! exclamó Clemencia. Pablo, el mas condescendiente en su voluntad, Pablo el más pronto y apto á la comprension, tener la cabeza dura! ¡Qué error, Padre!

—Oye, Malva—rosita, quiéreme parecer que con la achocadura ha puesto Pablo contigo una pica en Flandes —Sí, sí, contestó sencilla y sinceramente Clemrencia, no lo niego; lo que ha hecho es una noble y generosa accion.

—Malva—rosita, déjate de retumbancias, lo que ha hecho es una borricada. El dia aquel que se puso entre tí y el toro deshandado que se vino al camino, y le lió su capa en las astas, esa sí fué una guapeza de las que hacen los hombres de pro y los caballeros; pero salir á redentor de una pícara vieja desvergonzada, eso no lo hace sino D. Quijote de la Mancha, ó mi sobrino, que es cien veces más Quijote que aquel.

D. Martin era de aquellos en cuya existencia entra la rutina como primer agente motor; de esos que cuando una vez han hecho una cosa, la hacen todos los dias sin que se les ocurra hacer otra, y que cuando toman un tema lo siguen, aunque su orígen haya caducado. Resultaba de esto que el tema que adoptó D. Martin en vista de la primera impresion que le causó su sobrino habia llega lo á ser inmutable, sin que el cambio que habia en Pablo llegase á modificarlo, y si le hubiesen querido demostrar que