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existia, habria dicho levantando los hombros: ¡Faramallas! Me querrán hacer creer que pueda dar luces un eslabon de madera?

1 Antes de recogerse, fué Clemencia á saber como seguia Pablo.

—No podia descansar hasta verte, le dijo éste; queria decirte que he cuidado de que la pobre por quien te interesabas, haya sido socorrida.

—Pablo, contestó Clemencia, no me habia vuelto á acordar de ella, soy franca; solo he podido pensar en tí, y en que estarás sufriendo por la generosa accion que has hecho, y esta idéa me quitará el sueño.

—Pues duerme, Clemencia, tranquila y plácida como el arroyo entre las flores, porque cree que nunca he pasado una noche más dulce que la que voy á pasar.

Clemencia, sin explicarse el por qué, salió del cuarto de Pablo intranquila y disgustada.