Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/293

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 23 —

—Pues qué, ¿acaso quieres, niña, que sea tu casamiento como el del tio Porra que duró treinta años y no llegó la hora?

—¿No me habeis dicho siempre: antes que te cases, mira lo que haces?—¿Porqué de repente quereis que me case? ¿Porqué os habeis metido hoy de repente á casamentero?

1 —¡Tómate esa y vuelve por otra! exclamó D. Martin. ¿Porqué?... Porque soy tu Padre, Tio de aquel, dueño de mi caudal, y quiero saber en qué manos lo dejo, que deseo sean precisamente las vuestras. Te hablo de casamiento por mirar por tu conveniencia, y porque ese casamiento es vuestro bienestar mútuo; lo digo porque lo deseo, y porque no le has de pasar toda tu vida sola como el espárrago.

La pobre Clemencia estaba llena de angustia; sentia un excesivo alejamiento respecto al enlace que le proponian; pero echándose en cara ese inmotivado sentimiento de desvío como un capricho poco cuerdo, como una indocilidad sin disculpa, contestó la suave jóven: —Cuanto me pidais haré á ojos cerrados.

—No, á ojos cerrados no, hija, no; que quiero que los abras como soles para ver todas las ventajas de esta boda; y que te convenzas de que maridos como Pablo, no se hallan así como así. El corazon de un Rey, la sangre de un Príncipe, el caudal de un Duque, é ainda mais, la cabeza repulida como un guante, que así se la ha puesto mi hermano; ¿qué