Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/320

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 50 —

soy reloj de repeticion, ¡caracoles! Mira que para la cena quiero pollos.

—Martin, acuérdate de que de penas y cenas están las sepulturas llenas, dijo Doña Brígida.

—¡Qué.... señora! mascar mientras ayuden los dientes, respondió el marido.

Las criadas se fueron.

—¡Válgame Dios, Martin! le dijo su mujer, nunca tienes presente que poca hiel hace amarga mucha miel.

—Es que la moza mala hace al ama brava, señora —Tambien se dice, Martin, que el amo majestuoso hace al criado reverencioso.

—Jesus, señor! exclamó entrando lleno de entusiasmo Miguel Gil que venia del cortijo; no se ha visto otro como el señorito. Aquí me entro, aqui me salgo por entre las llamas, como si fuese de hierro!

aqui corta un tajo, alli un revés; zas! en un decir tilin habia apartado las gavillas sanas poniéndolas al lado del viento; que asina las llamas le volvian las espaldas. A este le llama, á este le empuja; á todos les dá su tarea; al uno echar agua, al otro echar tierra, él siempre delante y sin quemarse. Señor, no parecia sino que las llamas le conocian! ¡Cristianos!

todo tan acertado! no parecia sino que en su vida habia hecho otra cosa que apagar incendios. Y no se lo dijo nadie, fué de su metro. El pobre del tio Andino por salvar sus gavillas se metió por medio, tropezó y cayó. No bien lo vió el señorito, que allá se vá, coge al pobre viejo y carga con él como San Cristóbal y