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CAPITULO X.

Don Martin, como la mayor parte de los viejos, hablaba y pensaba en su testamento; pero en cuanto al hacerlo lo demoraba de dia en dia. Hácense quizás ilusiones estos omisos de que la muerte tendrá la prudencia de respetarlos mientras no exista este importante documento, y que les dejará treguas parahacerlo. Pero la muerte no conoce miramientos, pues si algo hay ante lo cual todos seamos iguales, es ante ella. Y si no, entrad en un cementerio; mirad las lápidas: ellas os confirmarán que la Reina de aquel lugar no tiene favoritos ni desdenados.

En un hermoso dia de Pascua de Navidad, despues de haber santificado aquella solemne y á la vez alegre fiesta recibiendo los Santos Sacramentos y oyendo misa mayor, estaba D. Martin sentado en su sillon en una gran habitacion baja interior.

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