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era, porque coronaba sus demás virtudes con la tolerancia, que á algunas suele faltar, y unia al estricto cumplimiento de sus deberes, una dulzura adquirida, la que en su carácter fuerte y áspero era un hermoso triunfo obtenido al pié del tribunal de la Penitencia.

De sus ojos serenos habian desaparecido aquellas mi.radas ariscas y altivas que antes le fueron propias, y de su tranquilo semblante el aire esquivo y desdenoso; sin afectar formas afables, las tenia benévolas y dignas Llevaba con la perseverancia de la consagracion, toda la asistencia prolija que hacia necesaria la larga y terrible enfermedad de su Madre, y sus excesivas impertinencias con no desmentida paciencia. Si alguna persona intima celebraba su comportamiento, hacía grandes esfuerzos para disimular la incomodidad que la causaban estos elogios que re— chazaba.

En las demás personas el cambio no habia sido notable.

Sobre D. Galo habian pasado estos ocho años como otra infinidad de los anteriores. Los siete mil reales seguian su curso inmutable, las pelucas hacian su servicio periódico, el lente de plata no se cansaba de servir á su dueno, ni éste de servir á las damas. Todos sus compañeros habian cambiado de destino ó de lugar; hasta la oficina habia variado de local; pero Don Galo la habia seguido como un fiel perrito á su amo, ocupando su mismo puesto y su misma carpeta, con los que estaba identificado.