Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/359

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 89 —

Sobre la robusta arrogancia de Dona Eufrasia, habian pasado los años como pasan sobre las plazas fuertes los vendavales. En ellos habia cobrado muchas viudedades, sin dar la más mínima esperanza al Monte—pio de libertarlo de esta carga.

En D Silvestre no habia más alteracion sino la de haber adquirido su vientre una posicion ménos prominente y más rebajada.

Pepino habia tomado gran carino á los Mercurios, y seguia cuidándolos con esmero por propio impulso, como ántes por mandato de su ama.

Su Tia recibió á Clemencia tristemente, aunque celebró mucho su venida, y le hizo una larga y mninuciosa relacion de sus padeceres.

Coustancia demostró una sincera, pero sosegada alegría de ver á su prima, sin que mediase entre ellas ni una conmemoracion ni aun una alusion á la terrible catástrofe de la que Clemencia habia sido testigo.

A los pocos dias, con motivo de la gravedad de su Madre, llegó tambien Alegria, que con su marido y sus tres niños venia de Madrid, donde estaban establecidos.

Alegría estaba hecha el bello ideal de la elegancia, un figuriu de moda, el tipo del supremo buen tono. Pero su vida agitada, sus horas desarregladas, sus contínuos trasnocheos y sus constantes excitaciones, la habian destruido, avejentado y adelgazado á aquel extremo que quita todas las formas