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¡Buena tonta serás! exclamó Alegría.

Entró en este momento Constancia, diciendo que su Madre que apénas habia dormido en la pasada noche, acababa de coger el sueño. Alegría aprovechó este descanso para ir á ver algunas amigas, y salió despues de dar un repaso á su tocado ante el espejo.

M Era la primera vez desde la vuelta de Clemencia, que ambas primas se hallaban solas, no separándose Constancia un solo instante del lado de su Madre.

Largo rato callaron.

De repente Clemencia cogió las manos de su prina, las apretó entre las suyas, y le dijo en queda y conmovida voz, mientras dos lágrimas banaban sus párpados: —Constancia, te admiro y te venero.

Constancia calló, y un imperceptible temblor se notó en sus lábios.

—¿Qué has hecho para olvidar, Constancia? prosiguió Clemencia.

—¡No recordar! respondió la primera.

Y esto, ¿cómo has podido lograrlo?

—Con anteponer al recuerdo esta oracion: ¡Aparta, mi Dios, de mf Lo que me aparta de tí!

Cree, Clemencia, que Dios atiende á quien le invoca.