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CAPITULO 11 Clemencia, abrumada con los quehaceres que le proporcionaba el amueblar y preparar su casa, distraida y atolondrada con el sinnúmero de visitas que recibia la rica, hermosa y amable viuda, aunque habia pensado escribir á Pablo, lo difirió. ¡Qué de cosas se dejan de hacer por diferirlas! Diferir un buen propósito, es como diferir el socorro á un necesitado; suele perecer éste, merced á la omision, é invertirse la limosna en otra cosa: tambien sucede que suele desmayar y desvanecerse el buen propósito, gastarse el tiempo y la voluntad en otra cosa, como aconteció con la limosna; sobreviene el olvido con su apagador, y sume todo en el cáos.

Tan luego como Clemencia estuvo establecida en su hermosa y bien alhajada casa, fué ésta en extremo concurrida. Su dueña poseia el don innato de