Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/372

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 102 —

y muy sonoras, pero sin valor real; buenas libreas que visten maniquíes sin alma y sin sentido. Asi era que Sir George tenia la buena cualidad de ser natural en la expresion de sus sentimientos y de sus idéas, no por cinismo, sino porque las creia las generales, las verdaderas fundamentales y la razonada reaccion, como él decia, de las declamaciones filosóficas, de las puritanerías melífluas de la reforma y de las aspiraciones ascéticas del espiritualismo católico, creyendo el Nego absoluto la verdad fundamental de la ciencia del mundo y del corazon humano. ¡Oh! ¡y no es el solo! Es de ver con qué grosera valentía de Alcides pisan muchos hombres con su torpe planta, las santas, ideales y suaves compañeras que las almas selectas buscan y hallan en el cielo, en la poesía, en el ideal, que les hacen la vida buena y dulce, y que guiándolas siempre hácia arriba, siembran con flores las más áridas sendas!

Mas á medida que pasó tiempo, brotó en el corazon de Clemencia, á la par de este reciente amor una instintiva inquietud, como al lado de una azucena nace una zarza, que la envuelve y espina con sus ramas.

En Sir George, al contrario, cada dia era mayor el encanto que ejercia Clemencia. Si desde que la habia visto la vez primera se habia hallado arrastrado por la seduccion violenta, que ejerce la hermosura sobre los hombres viciosos en quienes solo domina el amor material; si la competencia con un hombre de