Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/379

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 109 —

lo brillar en vivas llamaradas, produciendo en los ánimos ese enjouement, como llaman los franceses á un estado de inocente, pura y alegre excitaciou. En él se mezclaba el amor sin nombrarse, como se oye en un jardin la melodía de una música oculta en la enramada. Sir George le descubria; Clemencia le ignoraba aun.

1 1 —Clemencia, dijo Sir George con sincero entusiasmo; entre la niña que encanta y el hada que admira, hay un ser encantador, y es la mujer que se ama. ¿No preferís el serlo á los otros séres que ternativamente sois?

—Sir George, contestó Clemeucia, no concibo la felicidad de ser amada, á no ser por un solo hombre.

—¿Qué hombre, Clemencia?

—El que yo amase.

Sois quizás la única mujer á quien esto sucede.

—¿Esto es decir que soy original? repuso Clemencia volviendo á su tono festivo; ved, pues, la verdad de uno de los evangelios chicos de mi Padre: no es la fortuna para quien la busca, sino para quien la encuentra.

—Yvos no quereis amar, Clemencia? ¿Habeis quizás hecho un voto que os lo impida?.

—No señor; pero el amar ó no amar, no consiste en querer ó no querer amar.

—Para naturalezas tan dóciles y sumisas á la voluntad como lo es la vuestra, me temo que sí.