Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/383

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 113 —

D. Galo con su más satisfecha y galante sonrisa.

—No puedo menos de unir mi voto particular al de este caballero, dijo el Vizconde.

1 —A vos, señor D Jorge, ¿qué os parece? ¿No digo bien? preguntó D. Galo frotándose sus manos despiadadamente enrojecidas por los sabañones que le producia su escribir constante en la fria oficina.

—Por primera y única vez difiero de vuestro sentir, que admiro siempre, contesto Sir George, pues prefiero á las bellas las feas.

—¿Por no tener rivales? preguntó D. Galo con las más ostensibles pretensiones al gracejo; pues vos no deberíais temerlos.

—¡Oh! no lus temo, D. Galo; confio demasiado en el mal gusto de las damas. No es por eso. Pero es porque las feas son más amables que las bellas.

—Senor, exclamó escandalizado D. Galo, ¿esto sosteneis en presencia de Clemencia, que es la más contundente refutacion de lo que decis?

—Las excepciones no hacen regla, señor. Y entre las flores, prosiguió Percy, dirigiéndose á Clemencia ¿cuál es vuestra predilecta?

—La violeta, respondió Clemencia.

—¡Ya! la que lo fué de Napoleon; estas son simpatías.

—No es porque lo fuese de Napoleon, es porque lo fué de la persona que más he amado en este mundo.

—¿De Fernando Guevara? preguntó D. Galo con su sencilla buena fé é indefectible desmana.: