Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/392

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 122 —

—La antigua, con estremo; la moderna, casi toda mucho, siempre que no es una imitacion de la nuestra.

—Eso pasa por señal de huen tono, dijo Clemencia sonriendo.

—Senora, contestó el Vizconde, asi como se ha dicho que el mejor de los cálculos es ser hombre de bien, se puede decir que el mejor tono en España es ser español; y con tanta mas razon cuanto que seria difícil hallar una nacionalidad más genuinamente fina y elegante que la española. No hay cosa peor que seguir; el que sigue, se queda atrás; se imita un camino de hierro, el vestir, y bien ó mal, aun una forma de gobierno; pero no se imita una nacionalidad! Lamartine llama á la imitacion el Mefistófeles del génio naciente y abortado.

Abrióse la puerta y apareció D. Galo, resplandeciente de satisfaccion, con un enorme ramo de violetas en la mano, el que puesto en la tercera posicion, doblando el cuerpo y redondeado el codo, presentó á Clemencia.

—D. Galo, exclamó Sir George, esto pertenece á los bellos tiempos de la galantería que hacia milagros. ¿De dónde han salido esas violetas, que yo hubiese pagado á peso de oro?

—Pues á mí solo me han costado correr hasta Rasca—Viejas, en donde se halla un jardin en que sabía que las habia tempranas.

—Por las cuales os habrá rascado bien el bolsillo -