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—Si se encendiesen las hogueras para los embusteros, y fuesen allá por grados, me parece que iria usted el primero, repuso Doña Eufrasia dejando el tono sentimental y declamatorio.

—No miente, mujer,—dijo con displicencia la Marquesa, como para cortar la disputa que le fatigaba oir;—me han dicho que eso se hace allá entre unos salvajes que no son cristianos.—¡Ya! ¡cómo habian de serlo! exclamó Dona Eufrasia; pero no quita que Paco Guzman, que tampoco lo es, sea capaz de aconsejarlo en esa Samblea de Madrid, á la que solo faltaba esto para coronar sus herejías y disparates. ¡Y luego nos vendrán hablando de la Inquisicion! Esa quemaba á los judíos que no se querian convertir, ¡bendita sea su alma!

pero pensar en proponer quemar á las viudas, porque eso se hace allá en Malapar ó en los quintos infiernos, hasta allí podia llegar el espíritu de mitacion.

¡Oh! si Matamoros viviesel ya veria esa Samblea para qué habia nacido. ¡Herejes! ¡desalmados! Pues oiga usted, Paquito, á Vd. no le disgustan las viudas; y ahora un mes andaba Vd. tras de una que bebia los vientos; yo todo lo sé, ¿está Vd.?

—Pues ya se vé que me gustan las viudas: como que no soy ministro de Hacienda; me gustan siempre que sean posteriores á la guerra de la pendencia, contestó Paco Guzman, al que no habia hecho gracia ninguna la observacion de Doña Eufrasia, la que aludia á Clemencia.: