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—Constancia, dijo la Marquesa, hoy me ha sentado mal el caldo; tenia grasa.

Madre, yo misma lo colé por un pañito mojado.

—Nunca para tí llevo razon en nada de lo que digo. Bien, no me volveré á quejar, aunque me traigas agua sucia en lugar del caldo.

—No, Madre, no, mañana lo colocaré por una bayeta.

—Vamos á acostarme, que me siento muy fatigada; aunque le toca velarme á Andréa, no te desvies de mí, ¿estás?

—El cuidado será mio, Madre.

Constancia agarró el brazo de la enferma con el mayor cuidado y suavidad.

—¡Jesus! ¡qué manos tan duras tienes! le dijo ésta: ¡cómo me oprimes!

—Temia que se cayese Vd. Madre: está Vd tan débil.....

—Ya: pero el remedio es peor que el mal. Eufrasia, dame el brazo; que mi hija es muy torpe.

Dona Eufrasia ayudó á Constancia: Alegría no se movió y aprovechó el rato que estuvieron solos para hacer una escena á Paco Guzman, á la que dió mo tivo la alusion á la viuda que habia hecho Dona Eufrasia. Alegría acertó que se referia á Clemencia, y dijo de su prima cuanta maldad se le vino á las mientes.

Entraron en seguida D. Galo, D. Silvestre y las otras personas que aun se reunian en casa de la Mar-