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quesa, las que aquella noche echaron menos al Marqués de Valdemar, que no concurrió.

Alegría estaba inquieta.

—¡Es cosa rara! dijo de repente D. Silvestre.

—¿Qué cosa? preguntó escamada Alegría.

—Que hace tres dias que no se ha visto el sol ni poco ni mucho.

—Se habrá perdido, contestó con impaciencia Alegría.

—¿Qué tiene Vd., Marquesa? Me parece que está usted distraida, dijo D. Galo.

—Puede que lo esté; es el estarlo el mejor modo de pasar una su tiempo en Sevilla, repuso Alegría.

— Vamos; que será por que tarda el Marqués; no se inquiete Vd. por eso: algun amigo lo habrá entretenido en el casino: ¿quiere Vd. que vaya á verlo?

—Pues eso faltaba! repuso Alegría. ¿Piensa Vdacaso que tema yo que se haya perdido, como parece temerlo D. Silvestre del sol, ó que padezca de eclipse perpétuo? contestó con burlona y Alegríaacerba risa A la mañana siguiente entró Alegría afectando buen humor en el cuarto de la Marquesa.

— Madre, dijo despues de haber tocado otros puntos, ayer recibió Valdemar noticias de Madrid, que hacen allá su presencia urgente: así es que ha partido esta mañana. Me encargó decir á Vd. que no se despedia, por ser siempre tristes las despedidas, sobre todo en el estado delicado de salud en que se