halla Vd., y porque volverá conforme se lo permitan sus asuntos.
La Marquesa habia oido lo que decia su hija sin que le llamase mayormente la atencion; pero Constancia palideció airozmente.
—Dios quiera que vuelva pronto! dijo la enferma, pues me acompañaba mucho y me velaba, lo que tú no puedes. ¿Porqué no me has traido los niños?
—Se los ha llevado, respondió Alegría.
—¡Que se los ha llevado! exclamó su Madre.
—Sí señora; así lo exigia su abuela que queria verlos, y como él se pasa de buen hijo, ha complacido á su Madre, aunque yo hubiese preferido que se hubiesen quedado.
—Se pasa de bnen hijo, sí, y de buen yerno tambien, dijo la Marquesa.
Constancia se habia acercado á una cómoda en que se hallaba una botella de agua, habia llenado un vaso, y se lo llevaba con mano trémula á los lábios.
Lo tenia previsto antes y ahora lo comprendia todo.
Cuanto habia dicho Alegría era falso: Constancia tenia esa conviccion; lo que era cierto y callaba era el contenido de esta carta que halló por la mañana sobre su tocador.
«Señora: »El hombre puede y debe perdonar: es el perdon virtud tan noble y generosa, que por eso solo se