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practicaria aun cuando no fuese un deber cristiano.

Pero el hombre no puede volver á hacer suya la mujer que lo ha sido de otro; el vínculo que fué profanado, dejó de existir, autorizado el defendido á disolverlo por las leyes humanas y por las divinas é impulsado á ello por su corazon, así como por su honor.

»No quiero, no obstante, que en el caso presente lo publique un escándalo, pues la sangre nada lava, nada borra, y mancha la conciencia: tampoco quiero que lo disimule una hipócrita ocultacion; la ausencia salva ambos extremos. Nada faltará á la Madre de mis hijos, sino el respeto de estos, á que no es acreedora, y el aprecio de su marido de que no es digna.

VALDEMAR.D Alegría, al leer la carta lloró mucho, no lágrimas de dolor, ni de arrepentimiento, sino de despecho y coraje, porque perdia su bella posicion; pero como mujeres del carácter de Alegría, ni aun cálculo tienen, despues de desahogar su primera impresion de despecho, se sosegó, y bajó serena, como se ha visto, al cuarto de su Madre. Lo que pintamos no parecerá verosímil ni menos real... y lo es! No es siempre cierta la general creencia de que las maldades tengan hondas raices; las hay sin raices, porque no las necesitan para medrar, siendo parecidas á las plantas del coral, que crece por su propia virtud con nuevas ge-