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neraciones de pólipos que engendra, como aquellas con nuevas cáfilas de maldades que brotan las unas de las otras.

1 Cuando el mundo ve efectos, cuyas causas ignora, se las supone indefectiblemente desfavorables, aunque no lo sean: así no era de esperar que la repentina ausencia del Marqués que se llevaba á sus hijos, ausencia tanto más extraña en el estado en que se hallaba su suegra, y en un hombre cuya alta posicion social le eximia de toda clase de obligaciones, se interpretase candorosamente del modo que deseaba Alegría. No solo se supuso la verdad, sino que se adornó con todos los requilorios que fragua la maledicencia.

Paco Guzman, desesperado por lo acaecido, partió por respeto humano para Extremadura. Alegría se ofendió de esta prueba de consideraciones sociales y de respeto á ella, y trató de buscar quien la consolase de ausencias. Paco Guzman llegó á saberlo; se indignó, pero se afectó poco: la razon le habia llevado á arrepentirse de sus criminales amores; la noble conducta del Marqués cuyo digno papel hacia en esta ocasion tan despreciable y odioso el suyo, le habia avergonzado, y sobre todo la ausencia le habia enfriado.

Pertenecia Paco á una clase de hombres poco comunes en España, pero que no obstante se encuentran. Era todo en él efervescente, y nada era profundo: todo vehemente, y nada duradero. Pasaba su