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hombre como nosotros? Basta confesárselas á Dios.

¡Oh cortedad de vista del orgullo! tanto más deplorable, cuanto que es voluntaria en aquellos cuya vista alcanza á poder divisar el elevado orígen de todas las instituciones de nuestra santa Religion católica, que cual el sol atraviesa los siglos sin perder su eterna luz, su calor constante! ¡Y llamarán los hijos del siglo de las ficticias luces, reaccion á las voces que gritan y gimen contra la tendencia que se afana en desolemnizar cnanta creencia y culto conserva el hombre en su alma, y cuánta poesía conserva en su corazon!

¡Dios santo! ¿dónde querrán llevarnos los enemigos de la Religion y de todo lo existente, que empezando por los filósofos del siglo XVIII, y pasando por Marat, Robespierre y Proudhon tremolan el rojo pendon?

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