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CAPITULO VI.
Una de las tertulias, que frecuentaba D. Galo á prima noche, era la de la señora Dona Anacleta Alcalde de la Tijera.
Era la dueña de la casa una de las mujeres que su mal instinto lleva á complacerse en hablar mal de todo el mundo, como lleva el suyo al vampiro á nutrirse de la sangre que ávidamente absorbe, sin saciar su ánsia.
El que llevaba una censura, una murmuracion, un chisme ó una calumnia á casa de la señora de la Tijera, era recibido por ella en palmas, asi, como aquel que se atrevia á sacar la cara en defensa de un amigo ó de la verdad, era contradicho con acritud Y recibido con burla.
La noche despues de los sucesos que anteceden,