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Balzac, que dice en el prefacio de sus obras: «Escri»bo á la luz de dos verdades eternas, la religion y la » monarquía; des necesidades que los eventos contem»poráneos volverán á aclamar, y hácia las cuales »todo escritor de buen sentido debe tratar de volver & »atraer á nuestro pais.» Pero ya que no pensais así, decidme, ¿Cuál es el gobierno que hallais bueno?

—Creo que no deberia haber ninguno, señora.

—Vamos, estais mas que nunca de humor de paradojas. Aunque os piqueis, os diré que ostentais una excentricidad de gran calibre. ¿Y el orden social, señor?

—Debe ser el fruto de la civilizacion, y hacer así inútil todo gobierno.

—¡Qué utopia tan arcádica, Sir George, muy á propósito para regir en los Campos Elíseos! ¿En el oásis de cuál desierto la habeis sonado, ilustrado Platon?

Si fuésemos todos buenos cristianos y estrictos observadores de sus preceptos, seria esto dable, pues el gran Bonald ha dicho: El Decálogo es la gran ley po litica y la carta constitucional del género humano, y dice igualmente el profundo Balzac: «El cristianismo, peDro sobre todo el catolicismo, siendo un sistema com »pleto de represion de las tendencias depravadas del »hombré, es el mayor elemento de órden social.

¿Pero mientras?... (1) (1) Dice Custine: Solo en el órden religioso es permitido es perarlo todo del porvenir y prohibido retrogradar hácia lo pasa-