casados que á—los solteros? preguntó Clemencia.
—Sin duda: los franceses, que confesamos son nuestros maestros en todo, han marcado bien esto, llamando al casamiento hacer un fin.
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—Esto es: cuando la juventud se va y entran achaques, escoger una jóven que empieza a vivir, por enfermera, ¿no es esto?
—Asi es: cuando no se puede ser otra cosa más divertida, se hace uno padre de familia.
Clemen sintió partirse su corazon con cuanto agudo tiene el dolor y amargo la humillacion; pero volvió sobre sí y siguió preguntardo.
—¿Pero no teneis madre?
—¡Ah! si.
—¿Y no la amais?
—Lo mismo que ella á mí.
—¿Y dónde está?
—No sé; creo que viaja por Italia.
—¿Y Padre?
—Mi Padre, que era General, murió en la India, despues de robar á Tipoo—Saib una inmensa fortuna.
Un vivo de carmin subió al rostro de Clemencia á pesar suyo. Nunca era bella ni honorífica una fortuna de pillaje, por más que lo autorizasen las bárbaras leyes de la guerra; pero oir calificar á un Padre por su hijo de ladron, era una despreocupacion que llenó de espanto á la sencilla Clemencia.
Sir George prosiguió sin notarlo: