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paises, crear una aristocrácia. La aristocrácia en nuestro pais es un gran partido influyente que aquí no existe; vuestras Cámaras, como vuestro Senado, son populares, divididos en opiniones mas personales aun que políticas; en cuanto a la sociedad, es fina, elegante, sobre todo amena, pero deplorablemente mezclada.

—Pero señor, en Inglaterra....

—No digo que no, señora; pero hay un puente que pasar, hecho de tantos millones, como exprimidos no tienen todos vuestros banqueros.

—Lo que teneis, Sir George, es un orgullo demasiado tosco para poder siquiera jactarse de fundarse sobre una base intelectual.

—El orgullo, señora, es una coraza que mientras más tosca, como llamais al nuestro, es más fuerte; es además una buena arma defensiva.

—Y ofensiva tambien, Sir George, y agresiva....y tan ufana por herir, que á veces para lograrlo, coloca al que la usa en muy desventajosa posicion y en muy mala luz. Pero vos, señor, continuó Clemencia con alguna susceptibilidad, vos que formais parte de ese Olimpo aristocrático, ¿porqué bajais de él y dejais sus diosas para solicitarme á mí, pobre anticulta espanola?

—Clemencia, respondió riendo Sir George, todas las mujeres entran de hecho y de derecho cuando son bellas, en todo Olimpo. Más vos entraríais con todos los derechos; lo que yo quisiera es, que no tuviéseis