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CAPITULO VIII.

A la noche siguiente esperaba Clemencia á Sir George palpitando su corazon mas que nunca. No obstante, cuando llegó, no quiso mostrarse ansiosa en averiguar lo que saber deseaba.

Extraño era cómo una cosa causaba en una de las dos personas interesadas un interés tan profundo y latiente, mientras qne era tan insignificante para la otra, que la olvidaba. Sir George queria agradar é identificarse con Clemencia; ponia todo su anhelo en conseguirlo; lo lograba en cuanto á su trato tan señor, á sus gustos tan distinguidos y conversacion variada, entendida y entretenida; pero no le era dado ponerse al nivel de Clemencia en la esfera del sentimiento, porque ni él comprendia los de Clemencia, ni menos hubiera atinado á expresar en su propio nombre lo que le era desconocido.

Media hora pasó, y su interlocutor no tocaba el