Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/457

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 187 —

¡Pobres mujeres! ¡cuán halagado puede estar vuestro corazon de las causas que impulsan á ciertos hombres á amaros!

1 —¡Oh! Clemencia! exclamó Sir George en un impulso arrebatado, sois más irresistible que la más refinada Aspasia: me enseñareis á ser un buen marido; yo os enseñaré á ser una Lady perfecta. ¡Qué bella vi la nos espera!

—¿Qué quereis decir con eso?

—Que os ofrezco mi mano y mi fortuna, no hablo de mi corazon, Clemencia, porque harto sabeis que lo poseeis; pero com sé que no me daréis el vuestro sino ante el altar, allí os llevaré.

—¿Por eso lo haceis, Sir George? dijo con triste y herida, aunque disimulada susceptibilidad, Clemencia.

—Por eso, si. Y ahora, repuso alegremente Sir George, espero que no tendréis inconveniente en admitir mi anor, y que no seréis, segun una de vuestras usuales y bonitas expresiones, premiosa para corresponderle y hacerine dichoso.

—Polria tenerlo, contestó con calma Clemencia, por temor de no serlo yo!, —Lo seríais quizás con el Vizconde?—repuso Sir George con mal disimulada altanería, —y héme enganado creyéndoos sincera? ¿Será el instinto femenino mejor maestro aún en coquetería que el gran mundo?

—¡Oh! no, Sir George, contestó Clemencia con su