Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/499

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 229 —

rejuvenecia—á su lado vivia—me animaba—me alegraba!—sabía cual la aurora echar sobre todo un rosado tinte. Pero..... ¿quién es ese marido que ha surgido como por mágia á sus piés en momento oportuno? ¿Lo tendria de reserva? ¡Ah! no! esa mujer no era artificiosa, —no; pero está llena de supersticiones.

—me habria querido hacer papista... Vamos! esto al fin ha tenido mejor desenlace que si me hubiese dejado arrastrar á casarme, y con eso me hubiese dado á mí mismo la patente de machucho.

Sir George se arrellanó en su sillon á la chimey encendió un cigarro: pero al momento despues lo tiró, y exclamó con rabia: néa —Pero... ¡vive Dios! ¿Qué hago? ¿Quedarme? no; sin ella me fastidia Sevilla; me iré al Cáucaso, que no he visto. Vamos, judío errante, coge tu bácalo; que el movimiento rejuvenece el cuerpo y distrae el ánimo. Lo conocido fastidia, busquemos lo desconocido. ¡Ah! añadió, ¡solo una cosa he hallado que fuese para mí desconocida!..... ¡y esa fué ella! ¡luz fugitiva que de la oscuridad salió, para volver á hundirse en ella! Pero no creais que me afligís, señora; una dama hay más bella, más amable, más querida de mí que lo sois vos, y es la dulce y encantadora libertad. No, no compiten vuestros encantos con los suyos; si lográros era á costa dc perderla, vale más una decepcion que una cadena: así pues, all is well that ends wells. Bien está lo que en bien acaba.

1