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del casamiento. La víspera se halló Sir George en la calle á D. Galo. Este que aun no estaba del todo repuesto del susto que le habia dado Sir George en la mañana que hemos referido, quiso evitar su encuentro torciendo por una boca—calle; pero Sir George lo alcanzó apresuró el lo parópaso, y —¡Oh señor D. Jorge! exclamó algo turbado Don Galo; no habia visto á Vd.; no es extraño, pues ya sabe Vd. lo corto de vista que soy.

—Tenia muchos de seos de veros, repuso Sir George; deseaba suplicarle que me acompañase á comer; he recibido por el último vapor unos faisanes y una remesa de vinos escogidos; pero como ya no tengo el gusto de ver á Vd.

1 —El gusto y la honra serán para mí, señor Don Jorge, repuso con una sonrisa no muy natural Don Galo, en quien la remesa de vinos escogidos habia vivado la inquietud; pero como tengo tanto que hacer....i.

—Y como ya no le veo en casa de Clemencia....

—Es cierto, no recibe porque su Tia ha empeorado, y pasa allá toda la tarde nochey —No me ha dicho Vd. que se casa?

Don Galo, que se iba reponiendo, contestó en su tono natural: — ¡Ya se vé que se lo dije á Vd.! como que yo fuí el primero que lo supe; pero ya lo sabe todo el mundo —Me han dicho que su novio es un ganso lugareno.