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con la vista; todo lo examinaba y tocaba con cariño. Abrió su escribanía, y registrando uno de los cajones esclamó: 1 —¡Ay Pablo! mira lo que he hallado aqui: la cedulita que me dió aquella gitanilla que me dijo la buenaventura. Ahora recuerdo que me encargó que la abriese el dia que me casase, y me cercioraria de si habia ó no acertado en su prediccion: despégala, Pablo, con el corta—plumas, que deseo verla.

—Si te complazco lo haré, Clemencia: es una ninada; pero su pureza, conserva infancia á tu corazon.

Clemencia se acercó á su marido para leer el pa pel. Pablo despegó la cedulita y leyó: —BIEN SABE LA ROSA....

—¡EN QUE MANO POSA! exclamó Clemencia acabando la frase que recordó, y apoyando su rosada cara en el noble pecho de su marido.

FIN.