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coleccion de hoyos de viruelas de diferentes tamaños y matices. Era hermano de un rico mayorazgo de Osuna, que hacia cuarenta años le pasaba una módica pension que sufragaba ampliamente á sus modestas necesidades, y le habia hecho la personificacion del dulcísimo farniente. Nunca se le habia conocido inclinacion marcada alguna; ni á las bellas, ni á los caballos, ni á la caza, ni á la pesca, ni al juego, ni á los libros, ni á la chismografía, ni á la política, ni á la homeopatía, ni á la alopatía, ni al teatro, ni al ajedrez, ni á la lotería... ni aun á los toros. Solo á dos cosas se le conocia afeccion y desafeccion decidida: la primera era á tomar el sol, la segunda á los caminos de hierro.

Basta ya de este buen senor, que en nuestra relacion, como en todas partes, no hará mas papel que el de comparsa.

—Vamos, dijo la Marquesa, digo y repito que cada casa es un mundo: es preciso que se convenza Vd. de ello. En la mia es hoy dia aciago. ¿Quiere Vd. creer que me escribe mi hermana de Madrid que no hay quien sujete al loco de mi hijo Gonzalo, y que se vá á París? ¡A París, ese foco de corrupcion!!

—Como está eso de moda.... repuso D. Silvestre.

—¡Vaya una razon de pié de banco! ¿Con que si se pone de moda tomar veneno, aprobará Vd. tambien que lo tome mi hijo?

—Marquesa, yo no he aprobado nada.

—Pues agregue Vd. á esto que mi hijo Alfonso ha

Clemencia.
Tomo I. 4