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eran estas sus faltas de delicadeza, que la hacia no sentir sus puntas, y su grosero egoismo sobre el que se embotaban sus filos.

Era esta señora entremetida como el ruido, curiosa como la luz, é inoportuna como un reloj descompuesto. Lo que no le decian, lo preguntaba: si á fuerza de maña se lograba evadir sus preguntas, averiguaba lo que queria saber, valiéndose para ello de los medios mas chocarreros é innobles, sonsacando á los criados de las casas, entrándose por lo interior de las habitaciones, leyendo los papeles que hallaba, sin sospechar siquiera que esto fuese una villanía.

Sobre la Marquesa que era débil—y, como todos los débiles, voluntariosa y despótica con sus subordinados, cuanto sufrida y dócil con los insolentes,ejercia Doňa Eufrasia un dominio incontrastable, á que se sometia la Marquesn con el placer que siente una persona religiosa en doblegar su voluntad á la de un santo director. Es cierto que en cosas caseras y económicas la Coronela, en vista de sus prácticos principios, poseia excelentes nociones; pero ahí se limitaba su saber y su aptitud, aunque ella no lo creia así, sino que sobre todo cuanto hay echaba sus fallos, cual una nube sus granizos.

Como todo extraño que ejerce una influencia indebida sobre las cabezas de casa, era Doña Eufrasia temida y mal vista por los habitantes de la de la Marque.sa, sobre todo por sus hijas, á las que sólia proporcionar algunas filípicas de su Madre, previniéndola mal