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retrato, dirémos que esta señora habia hecho entre las gentes cultas que frecuentaba, acopio de términos escogidos, que pronunciaba y aplicaba desatinadamente. Consiguiente á las cosas referidas, en todas las casas que desfavorecia Dona Eufrasia, se la miraba como un censo irredimible, como una dolencia crónica, como un sobrestante inamovible, como una penitencia obligatoria, como una mala yerba indesarraigable, como una sanguijuela indesprendible; y sin embargo se la recibia bien; ¡tal es la indulgente tolerancia de nuestro trato!

La tolerancia llevada hasta sus últimos límites, esto es, hasta hacerse extensiva, no solo á gente sin educacion é inferiores en la gerarquía social, sino hasta á personas cuya conducta es mala ó deshonrosa con escándalo, es una falta de decoro y de distincion en la sociedad española, que con copiosos y justos argumentos censuran los extranjeros distinguidos.

En cuanto á nosotros, conociendo la justicia de los argumentos en que fundan su juicio, asi como los grandes inconvenientes que tiene para el decoro y moralidad pública el que la sociedad abdique una prerogativa de censura y aun de proscripcion, que seria no solo un castigo justo, sino tambien un freno poderoso y útil, nos guardaremos no obstante de hostilizar á la sociedad por su tolerancia. ¡Asi como es apática fuese benévola! Que no se llame amiga á la persona que no sea acreedora á ello, es conveniente, delicado y prudente; pero huir de su contacto, tirarle la piedra,