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CAPITULO III.

Como hemos dicho ya que los apuros en la Marquesa, eran como las Dignidades eclesiásticas en las procesiones, esto es, que las menores pasaban ántes que las mayores, habia esta señora omitido en la enumeracion de apuros que confió á su amigo D. Silvestre, el mayor de ellos, del cual es preciso poner al corriente al lector, para la claridad de este relato.

Su hermana, que era madrina de Constancia, le habia escrito acerca de un asunto que traia entre manos. Era este el casamiento de su sobrina y ahijada, que habia contratado con el hijo de un Grande de España, intimo amigo suyo, asegurándole su herencia entera en los contratos. Este enlace le habia seducido tanto más, cuanto que el novio, que llevaba el título de Marqués de Valdemar, era un jóven de mucho mérito, de muy buena presencia, y de unos modales