Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/70

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 26 —

Dos años antes habia venido destinado á Sevilla un jóven artillero, pariente de la casa, llamado Bruno Vargas. Era este un jóven, grave por carácter, y metido en sí por tempranas desgracias de familia.

Cuando llegó tenia veinte y tres años, y Constancia diez y siete; desde entonces se amaron.

Como en el carácter de ambos habia la fuerza, la energia y la pasion de una edad menos tierna, resultó arraigarse en sus corazones ese amor espanol, firme y profundo, menos efervescente quizás que los no meridionales, pero que no cambia, no desmaya, no se distrae, tan arraigado que llega á tener el arrastre de una dulce costumbre, tan entero y exclusivo, que basta para llenar una existencia, así como un solo corazon basta para llenar un pecho.

La absoluta imposibilidad que existia en el enlace del jóven subalterno y la hija de la Marquesa de Cortegana, les habia llevado á ocultar profundamente sus amores, por no verlos combatidos. Contaban con el tiempo que tanto hace deshace para allanar dificultades; con su constancia para vencerlas, y con la esperanza, para vivir entretanto tranquilos y contentos. La esperanza no siempre tiene palabra de Rey, pero sí tiene siempre consuelos de Madre. Asistia Bruno de Vargas como uno de tantos á la tertulia de la Marquesa, sin que nunca hubiese mediado entre ellos más coloquio que este.

—Tia, á los pies de Vd.

—A Dios, Bruno; me alegro de verte.